Forma Descripción generada automáticamente
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Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias
Volumen 2, Número 2, 2025, abril-junio
DOI: https://doi.org/10.71112/jw8rgy52
MECANISMOS DE PARTICIPACIÓN Y REDES SOCIALES: HERRAMIENTAS PARA
UNA GOBERNANZA COLABORATIVA EFICAZ EN LAS EMPRESAS
MECHANISMS OF PARTICIPATION AND SOCIAL NETWORKS: TOOLS FOR
EFFECTIVE COLLABORATIVE GOVERNANCE IN COMPANIES
Karla Alejandra Dunn Diaz
Venezuela
DOI: https://doi.org/10.71112/jw8rgy52
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Mecanismos de participación y redes sociales: herramientas para una
gobernanza colaborativa eficaz en las empresas
Mechanisms of participation and social networks: tools for effective collaborative
governance in companies
Karla Alejandra Dunn Diaz
dunndiazk@uvm.edu.ve
https://orcid.org/0009-0008-8248-5844
Universidad Valle del Momboy
Venezuela
RESUMEN
Esta investigación representa un esfuerzo de tipo analítico-conceptual orientado a esclarecer el
papel de los mecanismos participativos y las redes sociales digitales dentro del paradigma de
gobernanza colaborativa, especialmente en el ámbito empresarial contemporáneo. Desde un
enfoque cualitativo e interpretativo, basado en el análisis documental y la hermenéutica jurídica,
se examina la relación entre participación organizacional, innovación institucional y capital
social como eje estructural del nuevo modelo de gestión. Se parte del supuesto de que las
plataformas digitales no son simples medios de comunicación, sino prácticas sociales con
capacidad transformadora sobre los esquemas de poder y decisión colectiva. Se evidencia que
dichos entornos digitales facilitan formas inclusivas de deliberación pública, otorgando
protagonismo a los stakeholders en la toma de decisiones y en la construcción normativa. La
articulación entre redes sociales y mecanismos participativos promueve una lógica
organizacional sustentada en la responsabilidad compartida y la sostenibilidad, abriendo
caminos para una gobernanza empresarial más ética e inclusiva.
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Palabras clave: gobernanza colaborativa; redes sociales; mecanismos participativos; capital
social; stakeholders.
ABSTRACT
This analytical-conceptual research aims to clarify the role of participatory mechanisms and
digital social networks within the paradigm of collaborative governance in the contemporary
business environment. Using a qualitative and interpretative approach, grounded in
documentary analysis and legal hermeneutics, it examines the relationship between
organizational participation, institutional innovation, and social capital as the foundation of a new
management model. It is based on the assumption that digital platforms are not merely
communication tools but social practices capable of transforming power structures and
collective decision-making processes. Findings reveal that these digital environments enable
inclusive forms of public deliberation, granting stakeholders a leading role in decision-making
and normative construction. The articulation between social networks and participatory
mechanisms strengthens an organizational logic grounded in shared responsibility and
sustainability, laying the foundation for more ethical, transparent, and inclusive business
governance.
Keywords: collaborative governance; social networks; participatory mechanisms; social capital;
stakeholders
Recibido: 28 de mayo 2025 | Aceptado: 12 de junio 2025
DOI: https://doi.org/10.71112/jw8rgy52
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INTRODUCCIÓN
En el actual contexto empresarial y gubernamental, caracterizado por una creciente
complejidad en los procesos decisorios y por la multiplicidad de actores que inciden en el
espacio público y privado, la gobernanza colaborativa se erige como una herramienta teórico-
práctica indispensable para alcanzar una gestión articulada, eficiente y legítima. Este enfoque
pone de relieve la necesidad de habilitar mecanismos participativos capaces de incorporar
activamente a los diversos sujetos involucrados tanto institucionales como no
institucionales en la formulación de políticas y en la toma de decisiones estratégicas. En esta
línea, tales mecanismos devienen en instrumentos esenciales para la construcción de
consensos, la promoción de la transparencia y el robustecimiento de la legitimidad democrática
en la actuación empresarial.
A pesar del creciente interés académico en torno a los principios de la gobernanza
colaborativa y el rol de las redes sociales, persiste un déficit investigativo en el ámbito de la
administración y de las pequeñas y medianas empresas, en relación con el análisis funcional
de estas plataformas digitales como herramientas integradoras en los procesos internos de
decisión. La literatura vigente revela una escasa sistematización del vínculo entre participación
digital, innovación organizacional, responsabilidad social empresarial y capital social, elementos
cuya interacción resulta crucial para afrontar los desafíos derivados de los cambios normativos
y la débil articulación con los grupos de interés.
En atención a dicho vacío, el presente estudio se propone examinar, desde un enfoque
cualitativo y hermenéutico, el impacto que las redes sociales ejercen como catalizadores de
una gobernanza colaborativa eficaz. Para ello, se parte de la premisa de que dichas
plataformas, lejos de constituir meros canales de comunicación, se consolidan como espacios
de deliberación pública y construcción colectiva de sentido, donde la acción comunicativa
configura relaciones de poder horizontales y redes simbólicas orientadas al bien común. En
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este sentido, se plantea que una apropiación estratégica y ética de estas herramientas digitales
puede traducirse en un significativo fortalecimiento de los principios de inclusión, rendición de
cuentas y sostenibilidad institucional.
Cabe señalar que los mecanismos participativos no se agotan en su dimensión
procedimental. Por el contrario, adquieren una función sustantiva en cuanto instrumentos de
democratización organizacional. Su finalidad no se limita a permitir la expresión de voluntades,
sino que busca generar escenarios deliberativos donde converjan intereses diversos,
promoviendo la construcción de legitimidades compartidas. En efecto, la participación activa de
la sociedad civil, del sector privado y de las instituciones académicas coadyuva a asegurar un
mayor grado de pertinencia, pluralidad y eficacia en las decisiones adoptadas, lo que redunda
en el desarrollo organizacional integral y en una reconfiguración positiva de los vínculos
comunitarios.
En el ámbito educativo, esta lógica participativa se traduce en el involucramiento
sustantivo de docentes, estudiantes e investigadores en procesos colaborativos orientados a la
transformación social. Dicha participación no solo potencia el capital humano, sino que permite
articular saberes interdisciplinares que coadyuvan a la sostenibilidad y equidad como ejes
transversales del crecimiento humano. En esta perspectiva, la gobernanza colaborativa
trasciende el ámbito institucional y se proyecta como praxis pedagógica.
Según Aguilar-Villanueva (2018), los mecanismos participativos deben ser
comprendidos como dispositivos estructurantes de una nueva racionalidad administrativa,
basada en la integración activa de los sujetos en la gestión de asuntos colectivos. Su adecuada
implementación conlleva un redimensionamiento de las estructuras clásicas de poder, dotando
a los procesos de gobernanza de un carácter dialógico e inclusivo. En igual sentido, la teoría
democrática desarrollada por Carole Pateman reivindica la centralidad de la participación como
eje axial de cualquier modelo que aspire a ser efectivamente deliberativo.
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Por su parte, Barandiarán (2021) conceptualiza la gobernanza colaborativa como un
modelo de coordinación interinstitucional, que promueve la cooperación entre actores públicos,
privados y ciudadanos, con el objeto de compartir recursos, saberes y responsabilidades. De
ahí que los mecanismos participativos no solo operen como medios técnicos, sino como
espacios simbólicos de reconocimiento mutuo, en los que la legitimidad se construye a partir
del diálogo, la corresponsabilidad y la transparencia.
Las redes sociales digitales se insertan en este marco como vectores estratégicos de
interacción, capaces de vehiculares narrativas compartidas y generar entornos horizontales de
deliberación. Su potencial radica en la capacidad de interconectar sujetos, ampliar el espectro
comunicativo de las organizaciones e incidir en la esfera pública empresarial. Su empleo, bajo
criterios éticos y estratégicos, permite a las empresas crear vínculos más sólidos con sus
stakeholders, facilitando procesos de retroalimentación continua que fortalecen la legitimidad
institucional y el capital reputacional.
No obstante, su uso conlleva riesgos inherentes. La proliferación de información no
verificada, la sobreexposición institucional y las campañas de desinformación constituyen
amenazas que deben ser gestionadas mediante estrategias comunicacionales responsables.
En este contexto, las organizaciones deben adoptar una posición crítica y preventiva, orientada
a mitigar los impactos negativos derivados del mal uso de estas plataformas. La reputación, en
la sociedad de la información, se constituye como un valor intangible de primer orden, cuya
gestión exige una vigilancia permanente y una cultura organizacional basada en la
transparencia.
La gobernanza colaborativa, concebida como un paradigma emergente orientado a la
articulación de múltiples actores en la gestión de lo público y lo privado, requiere
inexorablemente de la implicación directa, sostenida y coordinada de diversas partes
interesadas para afrontar problemáticas de alta complejidad. En este contexto, las redes
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sociales digitales se erigen como instrumentos funcionales de gran relevancia, al facilitar la
coordinación de dichas interacciones, optimizar los flujos comunicacionales y robustecer los
procesos decisorios en el seno de las organizaciones. Su impacto es particularmente notorio en
la medida en que habilitan canales de vinculación directa con un espectro amplio de
stakeholders, incluidos aquellos tradicionalmente excluidos de la esfera decisoria, reforzando
así la legitimidad institucional y promoviendo la inclusión activa en los procesos organizativos.
Estas plataformas no se limitan a desempeñar un rol meramente comunicacional. Su
potencial reside en la capacidad de detectar, en tiempo real, tendencias emergentes y patrones
de comportamiento del consumidor, lo que permite a las empresas establecer vínculos
bidireccionales más efectivos con sus públicos estratégicos. A través de la interacción directa y
personalizada, se generan relaciones de confianza que favorecen la lealtad del cliente, al
tiempo que se atienden de forma expedita sus demandas, sugerencias o reclamaciones. En
consecuencia, las redes sociales contribuyen a consolidar un modelo comunicacional dinámico,
horizontal y reactivo que potencia la legitimidad de las prácticas empresariales en entornos
cada vez más exigentes.
Según el informe de Datareportal (2023), la penetración de internet en Venezuela
alcanzaba un 61,6 % de la población al inicio de ese año, siendo que aproximadamente el 83 %
de dichos usuarios manifestó haber interactuado activamente con plataformas sociales. Este
dato evidencia una transformación estructural en los hábitos comunicacionales de los
individuos y organizaciones, situando a las redes sociales como herramientas clave para el
posicionamiento estratégico, el relacionamiento corporativo y la participación cívica digital. Así,
estas plataformas han dejado de ser medios de sociabilidad individual para convertirse en
espacios funcionales de gobernanza y responsabilidad social.
En efecto, la capacidad de las redes sociales para fortalecer los postulados de la
gobernanza colaborativa radica en su potencial para propiciar un ecosistema institucional más
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transparente, inclusivo y participativo. Las organizaciones que integran estratégicamente estas
plataformas en sus procesos internos logran fortalecer su credibilidad y generar relaciones de
corresponsabilidad con sus grupos de interés, configurando una nueva ética institucional
orientada al desarrollo humano y la sostenibilidad.
En tal sentido, Márquez (2023, citado en Díaz y Lugo, 2023) sostiene que las dinámicas
de consumo digital han obligado a las administraciones empresariales venezolanas a adaptar
sus estructuras operativas y comunicacionales, integrando las redes sociales como
herramientas esenciales para la consolidación de marcas, la difusión de productos y la atención
a las demandas de un entorno volátil y competitivo. La presente investigación se alinea con
dicha perspectiva, al reafirmar que el uso estratégico de redes sociales no solo promueve la
interacción significativa entre actores, sino que también habilita espacios propicios para la
innovación organizacional, aspecto que emerge con fuerza en los hallazgos del estudio.
Bajo esta perspectiva, el presente análisis se propone examinar cómo la articulación
entre mecanismos participativos tradicionales y redes sociales digitales contribuye a fortalecer
la gobernanza colaborativa en el ámbito empresarial. Particularmente, se busca clarificar
elementos vinculados con la inclusión social, la transparencia institucional y la cohesión
organizacional en los procesos de toma de decisiones.
Desde esta óptica, se plantea la necesidad de evaluar críticamente la eficacia de los
dispositivos participativos como herramientas para la generación de consensos, la prevención y
resolución de conflictos, y la edificación de relaciones duraderas entre los distintos actores
sociales y empresariales. De esta manera, la investigación permite identificar buenas prácticas,
retos persistentes y oportunidades de mejora en la construcción de modelos de gestión
colaborativos orientados al desarrollo sostenible.
En consonancia, Westreicher (2020) resalta que los procesos participativos
desempeñan un rol cardinal en el fortalecimiento del capital social corporativo, al fomentar
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prácticas de colaboración, transparencia e inclusión que robustecen el tejido organizacional. En
este sentido, la gobernanza colaborativa permite a las entidades forjar relaciones
intersubjetivas basadas en la confianza mutua, la reciprocidad y la cooperación estructural
entre los involucrados.
En síntesis, el presente estudio subraya la importancia de incorporar redes sociales y
mecanismos de participación como herramientas estratégicas para consolidar una gobernanza
colaborativa eficaz. Esta articulación no solo beneficia el desempeño institucional, sino que
también incide positivamente en la comunidad, consolidando un ecosistema organizacional
más justo, resiliente y comprometido con el desarrollo humano integral.
Gobernanza colaborativa
Más que un simple modelo administrativo, la gobernanza colaborativa se configura
como un espacio relacional dinámico, en el que diversos actores sociales ciudadanos,
instituciones públicas y corporaciones privadas concurren con el propósito de deliberar,
consensuar y construir soluciones frente a problemáticas comunes. Este enfoque, que
trasciende el plano meramente teórico, implica la instauración de marcos de cooperación
efectiva, sustentados en principios de corresponsabilidad, equidad y deliberación intersectorial.
La gobernanza, entendida en esta clave, se despliega como una práctica socio-institucional
viva, donde el diálogo y la acción colectiva operan como instrumentos de legitimidad y eficacia
en la toma de decisiones.
Uribe (2023), en una formulación esclarecedora, define la gobernanza colaborativa
como "una técnica de gestión pública con un enfoque colaborativo y participativo para la toma
de decisiones y el manejo de problemas sociales y políticos" (Uribe, 2023, p. 3). remarcando
así su carácter operativo y su fundamento participativo. Desde esta óptica, el desafío
fundamental de las administraciones públicas y privadas no radica únicamente en gestionar,
sino en articular procesos inclusivos que integren a los distintos actores institucionales y no
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institucionales bajo una lógica dialógica orientada a la producción de valor público y al
fortalecimiento de los vínculos comunitarios.
En dicho entramado, las redes sociales digitales adquieren un rol de especial
relevancia, al fungir como catalizadores de nuevas formas de interacción, deliberación y
articulación ciudadana. Estas plataformas no deben ser comprendidas como simples
dispositivos tecnológicos al servicio de la difusión informativa, sino como estructuras de
mediación sociopolítica capaces de vehicular la formación de comunidades epistémicas
activas, en las que se generan consensos, se toman decisiones compartidas y se reconfigura el
sentido de lo público. Su potencial no reside únicamente en la velocidad de la comunicación,
sino en su capacidad para democratizar la producción discursiva y posibilitar el acceso
equitativo a los procesos de participación institucional (Chávez, 2018).
En consecuencia, la gobernanza colaborativa, al amparo del entorno digital, encuentra
en las redes sociales un aliado estratégico para materializar sus principios fundantes. A través
de ellas, se amplifica la voz de sectores históricamente marginados, se diversifican las fuentes
de legitimidad y se fortalece la articulación entre ciudadanía y Estado. Se trata, por tanto, de un
espacio donde los retos sociales son reformulados colectivamente como oportunidades para la
innovación institucional y la cohesión social.
En esta línea, la innovación se presenta no como un simple producto de la creatividad
individual, sino como el resultado de procesos estructurados de interacción social orientados al
cambio. Ya sea mediante la generación de nuevos bienes, servicios, metodologías o
procedimientos organizativos, la innovación constituye un vector transversal del desarrollo
económico y del avance institucional. Su relación con la gobernanza colaborativa es, en efecto,
de carácter simbiótico: mientras la primera requiere condiciones estructurales que habiliten la
experimentación y la co-creación, la segunda provee precisamente los espacios dialógicos,
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horizontales y participativos que permiten el surgimiento de soluciones creativas frente a
desafíos complejos.
Así pues, al incentivar la participación efectiva de los distintos grupos de interés en los
procesos decisorios, la gobernanza colaborativa no solo favorece la legitimidad institucional,
sino que también estimula la emergencia de dinámicas innovadoras, entendidas como
expresiones concretas de un nuevo paradigma de gestión compartida, orientado a la
construcción de bienes comunes sostenibles.
Responsabilidad Social Corporativa
Dentro del marco empresarial actual, ha cobrado especial importancia el análisis del
compromiso empresarial con el desarrollo sostenible, comprendido como una práctica
estratégica que va más allá del simple acatamiento de regulaciones para incorporar de forma
transversal las dimensiones económicas, sociales y medioambientales en la actividad de la
organización. Esta visión integral, dentro del contexto de la responsabilidad social empresarial
(RSE), implica una redefinición de los objetivos clásicos de la compañía, dirigiendo sus metas
hacia la generación de valor compartido y la construcción de vínculos éticos con sus grupos de
interés.
A este respecto, resulta pertinente destacar que la gobernanza colaborativa y la RSC, si
bien pueden ser consideradas categorías distintas desde el punto de vista conceptual,
convergen en su fundamentación axiológica y en su pretensión transformadora. Ambas se
sustentan en principios como la equidad, la transparencia y la participación activa de los
stakeholders, y aspiran a estructurar un modelo de gestión inclusivo, deliberativo y
corresponsable, en el que las decisiones organizativas no sean impuestas de manera
unilateral, sino construidas de forma colectiva con los diversos actores involucrados.
Romero (2010) ofrece una interpretación esclarecedora al señalar que la
responsabilidad social corporativa encuentra un terreno fértil de desarrollo cuando las redes
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sociales digitales se configuran como canales de mediación entre los intereses de la
ciudadanía y los fines de la organización. En este marco, dichas plataformas dejan de ser
simples herramientas tecnológicas para constituirse en espacios comunicativos dinámicos,
donde la interacción no es meramente informativa, sino dialógica y bidireccional. Esta
característica permite no solo la expresión de demandas, expectativas o valoraciones por parte
de los interesados, sino también su incorporación efectiva en los procesos estratégicos y
deliberativos de la empresa.
En efecto, las redes sociales habilitan un nuevo tipo de relación simbiótica entre la
organización y su entorno, caracterizada por la construcción de vínculos cooperativos
sustentados en la confianza mutua, el reconocimiento recíproco y la co-creación de valor. Esta
dinámica comunicativa, marcada por la retroalimentación continua, fortalece las iniciativas de
RSC al dotarlas de mayor legitimidad y pertinencia contextual, en tanto son diseñadas y
ejecutadas con base en las necesidades reales de los grupos destinatarios. Así, el éxito de las
políticas de responsabilidad social corporativa no solo depende de su contenido técnico, sino
de su capacidad para articularse con mecanismos participativos que aseguren la integración
efectiva de todos los actores involucrados.
Desde esta óptica, las redes sociales no solo amplifican el alcance de la acción
empresarial, sino que también reconfiguran su sentido, al posicionar la responsabilidad
corporativa como una expresión concreta de gobernanza colaborativa, orientada al
fortalecimiento del tejido social y a la sostenibilidad integral del modelo organizativo.
Participación estratégica de los stakeholders en la toma de decisiones
En la arquitectura organizacional contemporánea, los stakeholders traducidos
usualmente como grupos de interés no constituyen meros observadores pasivos del devenir
empresarial, sino agentes activos cuya gravitación sobre las decisiones corporativas resulta
insoslayable. Tal como lo señala un artículo especializado de ESIC, estos colectivos configuran
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un entramado esencial en el mecanismo funcional de las empresas, en tanto que sus intereses,
expectativas y respuestas condicionan, de manera directa o indirecta, los resultados
estratégicos de la organización. Comprender su rol implica adentrarse en las tramas
relacionales que vinculan las aspiraciones sociales con los núcleos decisorios de la gestión
empresarial, otorgándoles no solo relevancia operativa, sino legitimidad sistémica.
Desde esta perspectiva, los stakeholders deben ser concebidos como actores
estructurantes del ecosistema corporativo. Su identificación no se limita a una tipología estática,
sino que abarca una diversidad de sujetos internos y externos que se ven afectados, y a su
vez afectan, las dinámicas institucionales. Rodríguez (2024) delimita esta categoría incluyendo
tanto a los sujetos internos, como empleados y accionistas, como a los actores externos, tales
como consumidores, proveedores, comunidades locales y otros agentes cuya vinculación con
la empresa posee una dimensión estratégica.
La gobernanza colaborativa encuentra precisamente en esta red de interdependencias
su fundamento teórico y práctico. Este modelo organizacional, que privilegia la horizontalidad,
la participación efectiva y el diálogo continuo, reconoce en los stakeholders no simples
elementos periféricos, sino voces fundamentales en la construcción colectiva de las decisiones
organizativas. Lejos de operar como instrumentos funcionales, los grupos de interés se
constituyen en interlocutores indispensables, cuya implicación activa promueve no solo la
legitimidad de los procesos internos, sino la sostenibilidad a largo plazo de la organización
como sistema social abierto.
En tal sentido, su participación no debe entenderse únicamente en términos reactivos o
consultivos, sino como una praxis colaborativa orientada al codiseño de políticas, estrategias y
valores organizacionales. De este modo, los stakeholders asumen una función coparticipativa
en la sinergia de la gobernanza, donde el consenso, la rendición de cuentas y la
corresponsabilidad constituyen principios rectores del equilibrio corporativo.
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Así, la sostenibilidad empresarial no puede disociarse de la calidad de los vínculos que
la organización establece con sus grupos de interés. Solo a través de una gestión relacional
consciente, fundada en el reconocimiento mutuo y en la construcción de canales de
participación legítimos, es posible transitar hacia un modelo de gobernanza más robusto,
transparente y éticamente comprometido con su entorno.
La toma de decisiones estratégicas es un aspecto crucial para el éxito de cualquier
organización, ya que supone la elección lógica y deliberada entre diversas opciones dirigidas a
alcanzar metas previamente establecidas. Este procedimiento, en lugar de ser simplemente
operativo, simboliza un acto de orientación institucional que determina, en gran medida, la
eficiencia y la sostenibilidad de la compañía en el contexto actual. En este contexto, las redes
sociales se presentan como herramientas que no solo cambian los mercados y configuran las
tácticas de comunicación, sino que también reconfiguran de manera profunda la relación entre
empresa y cliente bajo esquemas de interacción y relación.
En el contexto digital actual, alcanzar resultados óptimos requiere la formulación de una
estrategia cuidadosamente alineada con los propósitos organizacionales. En este sentido, la
elección de las plataformas digitales más pertinentes no puede ser considerada como una
decisión accesoria, sino como un eje vertebrador de la arquitectura comunicacional de la
empresa. La correcta selección y uso de redes sociales se convierte, por tanto, en una variable
crítica del éxito institucional, al influir directamente en la capacidad de interacción,
posicionamiento y fidelización de los públicos estratégicos.
Pérez (2017) destaca la necesidad de que dicho enfoque contemple la identificación de
palabras clave coherentes con la identidad organizacional, la producción de contenidos
significativos y temáticamente relevantes, así como la construcción de una narrativa
diferenciadora que destaque los atributos únicos de la marca. Este proceso, en tanto práctica
sistematizada, permite garantizar no solo la generación de contenidos atractivos para la
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audiencia objetivo, sino también su circulación efectiva a través de los canales digitales más
adecuados.
Así, la gestión estratégica de las redes sociales no debe ser entendida exclusivamente
en términos de difusión, sino como un ejercicio de construcción discursiva, orientado a
consolidar una imagen institucional coherente, sólida y reconocible en un entorno altamente
competitivo y saturado de información. En este marco, las redes sociales dejan de ser simples
herramientas operativas para constituirse en cimientos simbólicos sobre los cuales se edifica la
narrativa corporativa, capaz de cautivar, fidelizar y consolidar relaciones sostenibles con los
stakeholders.
Transparencia y Rendición de Cuentas
Las redes sociales digitales inciden directamente en la visibilidad de las prácticas
corporativas, generando un entorno de exposición constante que obliga a las organizaciones a
asumir un mayor grado de responsabilidad pública sobre sus actuaciones. En este sentido, el
uso estratégico de estas plataformas opera como un mecanismo informal pero efectivo de
rendición de cuentas (accountability), en la medida en que permite a los distintos grupos de
interés cuestionar, fiscalizar y solicitar justificaciones respecto a las decisiones empresariales y
sus impactos. La transparencia, por tanto, ya no constituye un valor aspiracional, sino una
exigencia estructural derivada de la hiper conectividad social.
Desde esta óptica, la responsabilidad social corporativa (RSC) adquiere una renovada
centralidad como instrumento legitimador de la actuación empresarial. A través de las redes
sociales, las compañías encuentran un espacio idóneo para comunicar sus principios éticos,
sus esfuerzos orientados al bienestar colectivo, y su compromiso activo con el desarrollo
sostenible. Esta dinámica comunicativa no se reduce a una acción promocional, sino que se
inscribe en una lógica de gobernanza participativa, en la cual los valores institucionales son
contrastados permanentemente por una ciudadanía vigilante y activa.
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El fortalecimiento de la reputación corporativa, entendido como un capital simbólico
estratégico, depende en gran medida de la coherencia entre el discurso institucional y la praxis
empresarial observable. Las redes sociales permiten a las organizaciones construir y sostener
dicha coherencia mediante una interacción constante con la comunidad, lo que contribuye a
consolidar vínculos de confianza, reciprocidad y cooperación. Esta relación de proximidad
comunicacional resulta esencial para el despliegue efectivo de un modelo de gobernanza
colaborativa, en el cual la legitimidad no se impone, sino que se construye en el diálogo
permanente con los actores del entorno.
En consecuencia, puede afirmarse que las redes sociales no solo incrementan la
exposición pública de las organizaciones, sino que transforman radicalmente la naturaleza de
su relación con los stakeholders. En el marco de la gobernanza colaborativa, esta
transformación constituye una oportunidad estratégica para profundizar la responsabilidad
institucional, promover la rendición de cuentas y generar un entorno empresarial más ético,
transparente y comprometido con el bien común.
Participación y Feedback Constante
Según Álvarez (2004, como se citó en Espinoza, 2009), la participación ciudadana
puede definirse como una forma específica de acción colectiva mediante la cual los individuos
intervienen activamente en el diseño, evaluación, gestión y ejecución de proyectos públicos
(pp. 5051). Esta conceptualización subraya el carácter deliberativo y estructurante de la
participación como fundamento para la construcción de legitimidades compartidas en los
procesos de decisión institucional.
En el marco de la gobernanza colaborativa, las redes sociales en línea se vuelven
instrumentos esenciales para impulsar dicho modelo de participación, ya que posibilitan una
interacción de doble vía entre la organización y sus interesados, fomentando un flujo constante
y a nivel mundial de datos. Esta interacción no solo promueve la transparencia y la
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comunicación institucional, sino que también posibilita una retroalimentación directa sobre las
acciones en el ámbito de la responsabilidad social empresarial (RSE).
Dicha retroalimentación, expresada a través de opiniones, comentarios o sugerencias
formuladas en tiempo real, constituye un insumo estratégico para la adecuación continua de las
políticas empresariales a las expectativas sociales emergentes. En este sentido, la
participación digital se convierte en un mecanismo eficaz para alinear las decisiones
corporativas con las demandas del entorno, fortaleciendo la coherencia entre la acción
empresarial y los principios de sostenibilidad, ética y responsabilidad pública.
Así pues, las redes sociales no deben entenderse únicamente como canales de
comunicación operativa, sino como espacios sociotécnicos de mediación participativa que
amplifican la voz ciudadana, incrementan la rendición de cuentas y robustecen el ejercicio de
una gobernanza colaborativa inclusiva, dinámica y legitimada.
Redes Sociales
Las redes sociales han trascendido su uso como canales informativos para convertirse
en herramientas estructurales de interacción, promoción institucional y generación de capital
social. Facilitan la participación ciudadana, promueven la transparencia, y permiten articular
una gobernanza colaborativa más inclusiva. Su uso estratégico contribuye a consolidar vínculos
éticos y sostenibles con los públicos de interés.
METODOLOGÍA
Esta investigación pertenece al enfoque cualitativo, fundamentándose
metodológicamente en el estudio de documentos y en la revisión crítica de referencias
bibliográficas especializadas. Esta dirección satisface la exigencia de tratar fenómenos
complejos desde un enfoque teórico-conceptual que favorece la comprensión detallada de las
dinámicas socioculturales implicadas. En este contexto, se elige un enfoque exploratorio-
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interpretativo que, más que detallar fenómenos, aspira a interpretar las conexiones entre
categorías esenciales como la innovación social, el capital social y la gobernanza cooperativa
en el marco del desarrollo sostenible.
El corpus teórico de la investigación se nutre de una variedad de fuentes académicas e
institucionales, cuya convergencia facilita la articulación de un enfoque crítico e integrador. Por
lo tanto, se incluyen las propuestas de Uribe (2023), cuya perspectiva sobre la gobernanza
colaborativa resalta la importancia de establecer mecanismos institucionales inclusivos que
permitan la responsabilidad compartida entre los participantes. Además, se toman en cuenta
las contribuciones de Carole Pateman respecto a la participación ciudadana, cuyas
repercusiones trascienden el contexto político-formal para influir directamente en las lógicas de
administración organizacional actual.
La reflexión se potencia con los conceptos de Barandiarán (2021), que enfatiza la
relevancia de la interacción multisectorial como requisito esencial para la creación de
soluciones equitativas y sostenibles, y de Márquez (2023), cuyo estudio del entorno
empresarial venezolano enfatiza la función estratégica de las redes sociales como impulsores
de nuevas modalidades de conexión institucional. Estas aportaciones facilitan la elaboración de
un mapa conceptual que reinterpreta la influencia de los mecanismos de participación en la
administración organizacional, especialmente con relación a las sinergias que surgen de la
conexión entre las redes sociales digitales y los participantes institucionales.
En este marco, se llevó a cabo un análisis conceptual orientado a precisar definiciones
operativas, objetivos característicos y categorías emergentes, enfocándose especialmente en
el nexo entre participación activa y transformación digital. Los estudios de Lozares (1996),
Molina (2010) y Gil de Zúñiga (2018) permiten afirmar que las redes sociales, lejos de constituir
simples medios de interacción, han devenido en estructuras comunicativas transversales que
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reconfiguran las formas de relación empresarial, erigiéndose como dispositivos idóneos para
materializar prácticas de gobernanza colaborativa.
El enfoque interpretativo adoptado permite no solo ordenar el conocimiento disponible,
sino también proyectar nuevas líneas de acción. De allí que el modelo de análisis propuesto
posibilite la extracción de conclusiones argumentadas y la formulación de recomendaciones
orientadas a la aplicación práctica de los conceptos estudiados. La estructura del artículo
responde a una lógica progresiva: desde la delimitación conceptual inicial, se avanza hacia la
discusión de implicaciones operativas y normativas, finalizando con la exposición de
propuestas que buscan optimizar la implementación de estrategias participativas en entornos
organizacionales.
Cabe destacar, en esta línea, el aporte de Moya (2013, citado por Ávila, Bustillos y
Yáñez, 2016), quien sostiene que las redes sociales constituyen instrumentos esenciales para
el posicionamiento empresarial y la generación de vínculos transparentes con los públicos
estratégicos. Esta observación, más allá de su valor empírico, apunta al núcleo de la tesis aquí
defendida: las plataformas digitales, cuando se articulan con mecanismos deliberativos y
prácticas de inclusión, pueden convertirse en vehículos eficaces para la consolidación de una
gobernanza colaborativa, ética y sostenida.
RESULTADOS
Los resultados obtenidos mediante el análisis documental permiten afirmar, con
sustento empírico y conceptual, que las redes sociales digitales no constituyen meramente
canales de difusión informativa, sino que operan como dispositivos estructurantes de
gobernanza colaborativa en el entramado empresarial contemporáneo. En efecto, su incidencia
se manifiesta en al menos cinco dimensiones articuladas, cuya relevancia teórica y práctica
merece especial atención.
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En primer lugar, es posible advertir una función estratégica atribuible a las redes
sociales digitales, que trasciende su concepción instrumental o comunicativa. A través de ellas
se configuran espacios deliberativos abiertos, en los cuales los distintos grupos de interés
(stakeholders) no solo participan, sino que deciden conjuntamente, legitimando así los
procesos institucionales desde una lógica participativa horizontal.
En segundo término, se evidencian obstáculos estructurales particularmente acentuados
en el contexto de las pequeñas y medianas empresas (pymes). Estas limitaciones, asociadas
tanto a la carencia de infraestructura tecnológica como a la inexistencia de normativas internas
adaptadas a la lógica digital, restringen de manera sustancial la capacidad de estas
organizaciones para articularse eficazmente con actores sociales estratégicos.
Tercero, el estudio revela una vinculación sustantiva entre la gobernanza colaborativa y
los procesos de innovación social, favorecida por la interacción bidireccional que caracteriza a
las plataformas digitales. Tal interacción habilita dinámicas organizacionales novedosas, más
flexibles y sostenibles, que reconfiguran las relaciones de poder y la toma de decisiones en el
seno institucional.
En cuarto lugar, se constata el fortalecimiento del capital social como consecuencia
directa de prácticas participativas basadas en herramientas digitales. Dicho fortalecimiento se
expresa en la profundización de vínculos de confianza, reciprocidad y cooperación
interorganizacional, elementos esenciales para la sostenibilidad de cualquier modelo de
gobernanza.
Finalmente, es importante subrayar que la responsabilidad social corporativa (RSC) se
presenta como un eje transversal articulador de las prácticas de la organización, dado que las
redes sociales impulsan mecanismos de responsabilidad, establecen circuitos constantes de
retroalimentación y permiten procesos de generación de valor con los diferentes públicos de
interés.
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Así pues, los hallazgos aquí expuestos permiten sostener, sin ambages, que la
convergencia entre mecanismos participativos y redes digitales constituye una condición sine
qua non para el desarrollo de modelos de gobernanza colaborativa no solo eficientes, sino
éticamente fundados.
DISCUSIÓN
La investigación efectuada permite deducir que la gobernanza colaborativa, concebida
como un modelo de administración fundamentado en la interacción estratégica y equitativa
entre diversos participantes, halla en las redes sociales digitales un respaldo estructural que va
más allá de lo simplemente comunicativo, consolidándose como un instrumento que fomenta la
transparencia, la participación deliberativa y la unidad organizacional. Este descubrimiento
cobra especial importancia en un entorno corporativo caracterizado por la complejidad, la
interrelación y la exigencia de edificar legitimidad frente a públicos cada vez más informados y
demandantes.
Desde una perspectiva dialógica, se identificó que las redes sociales actúan como
catalizadores de procesos comunicativos simétricos, facilitando el intercambio fluido entre las
empresas y sus stakeholders. Dicha dinámica permite vehiculizar principios de equidad,
diversidad e inclusión, impactando directamente en los mecanismos de toma de decisiones y
fortaleciendo los lazos de confianza y corresponsabilidad institucional. En esta línea, la
digitalización no se reduce a una herramienta técnica, sino que representa una condición
habilitante para la emergencia de nuevas formas de gobernanza.
Sin embargo, no todos los hallazgos revelan un panorama favorable. El estudio ha
puesto en evidencia que múltiples pequeñas y medianas empresas enfrentan obstáculos
considerables en su articulación con actores clave, debido, entre otros factores, a la volatilidad
normativa y a deficiencias estructurales en sus estrategias comunicativas. Tales limitaciones
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dificultan la instauración de una gobernanza colaborativa robusta, al debilitar la posibilidad de
establecer consensos y construir agendas comunes. Esta tensión entre oportunidad y
restricción constituye uno de los nudos problemáticos centrales que deben ser abordados
desde un enfoque integral.
No obstante, es notable que la confluencia entre la gobernanza colaborativa y la
innovación social brinda un contexto propicio para el fomento de prácticas sustentables. En su
calidad de lugares interactivos multidimensionales, las redes sociales promueven no solo la
implicación activa de los participantes, sino también la aparición de soluciones creativas,
flexibles y contextualizadas. Esta habilidad para crear valor en conjunto es crucial para
mantener la competitividad en contextos caracterizados por el cambio rápido.
Asimismo, el estudio subraya el valor estratégico de los mecanismos de participación,
tales como las consultas públicas, los consejos consultivos y los presupuestos participativos, en
tanto herramientas que articulan inclusión, deliberación y control democrático. Estas instancias
no solo operan como procedimientos normativos, sino que configuran una gramática
organizacional basada en la legitimidad procedimental, la rendición de cuentas y la validación
del accionar corporativo por parte de la comunidad.
En paralelo, la vinculación entre redes sociales y responsabilidad social corporativa
(RSC), se perfila como una dimensión insoslayable. Las plataformas digitales no solo potencian
la proyección de la identidad institucional, sino que permiten afianzar relaciones con los grupos
de interés, fortaleciendo la reputación y consolidando vínculos éticos que trascienden la lógica
transaccional. Desde esta perspectiva, la RSC no puede entenderse como un apéndice
discursivo, sino como un componente estructural de la gobernanza moderna.
Respecto al capital social, que se define como el conjunto de relaciones de confianza,
reciprocidad y colaboración establecidas entre los participantes sociales, este se muestra como
un recurso estratégico que incrementa la habilidad de influencia de las organizaciones,
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favoreciendo la realización de sus metas económicas, sociales y medioambientales. Este
capital, en lugar de ser un recurso inmóvil, debe ser fomentado a través de prácticas de
participación continua y una comunicación institucional clara.
A la luz de los hallazgos, se formula como recomendación prioritaria la adopción de
estrategias que integren de manera estructural las redes sociales y los mecanismos
participativos en los sistemas de gestión empresarial. Entre estas estrategias destacan: la
implementación de canales digitales de comunicación bidireccional con los stakeholders; la
capacitación del talento humano en el uso estratégico de plataformas digitales; y la promoción
de una cultura organizacional basada en la cooperación, la justicia y la confianza mutua.
Todo esto ayudará a fortalecer el capital social de la organización, perfeccionar los
procesos de decisión inclusivas y consolidar un modelo de crecimiento empresarial en
concordancia con los fundamentos del desarrollo humano sostenible. Así, las compañías no
solo responderán de forma más eficiente a los retos actuales, sino que también se establecerán
como protagonistas de cambio en un ecosistema más equitativo, resistente y sostenible.
En consecuencia, la gobernanza colaborativa no debe ser concebida únicamente como
un recurso operativo frente a contingencias coyunturales, sino como una estrategia ontológica
de largo aliento para la construcción de un futuro empresarial más ético, plural y sostenible. Tal
como lo sostiene Barandiarán (2021), la interacción entre sectores estratégicos es condición
indispensable para gestar soluciones equitativas; y como plantea Márquez (2023), el
aprovechamiento de las redes sociales en el ámbito empresarial venezolano es una vía
legítima para contrarrestar las dificultades impuestas por el entorno normativo y estructural.
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CONCLUSIONES
Por último, resulta impostergable reconocer el rol emergente de las plataformas digitales
como escenarios que democratizan el acceso al diálogo, articulan redes de cooperación
multisectorial y permiten la formulación colectiva de políticas organizacionales. Este giro
discursivo y práctico en la gestión empresarial, sustentado en la innovación y en la cooperación
estratégica, constituye una respuesta efectiva a los desafíos del presente, al tiempo que
inaugura posibilidades para una nueva ética de la responsabilidad corporativa.
Declaración de conflicto de interés
Declaro no tener ningún conflicto de interés relacionado con esta investigación.
Declaración de contribución a la autoría
Karla Alejandra Dunn Diaz: conceptualización, redacción del borrador original, revisión y
edición de la redacción
Declaración de uso de inteligencia artificial
La autora declara que utilizó la Inteligencia Artificial como apoyo para este artículo, y
que esta herramienta no sustituyó de ninguna manera la tarea o proceso intelectual,
manifiestan y reconocen que este trabajo fue producto de un trabajo intelectual propio, que no
ha sido publicado en ninguna plataforma electrónica de inteligencia artificial.
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