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Forma Descripción generada automáticamente
Revista Multidisciplinar Epistemología de las Ciencias
Volumen 2, Número 1, 2025, enero-marzo
DOI: https://doi.org/10.71112/ycxz0n35
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR Y SU LIDERAZGO: UN ACERCAMIENTO
INTERPRETATIVO DESDE LA PERSPECTIVA WEBERIANA
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR AND HIS LEADERSHIP: AN INTERPRETIVE
APPROACH FROM THE WEBERIAN PERSPECTIVE
Manuel Alejandro Ramos López
México
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DOI: https://doi.org/10.71112/ycxz0n35
Andrés Manuel López Obrador y su liderazgo: un acercamiento interpretativo
desde la perspectiva weberiana
Andrés Manuel López Obrador and his leadership: an interpretive approach from
the Weberian perspective
Manuel Alejandro Ramos López
1
rlma@azc.uam.mx
https://orcid.org/0000-0001-6941-1519
Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco
México
RESUMEN
La figura de autoridad legítima es la base en la dominación weberiana y en el liderazgo de
Andrés Manuel López Obrador se pueden localizar indicios de discursos heredados de
generaciones anteriores, la figura del caudillo y la conformación política legal en sus puestos
burocrática, aunque, de igual manera, con instrumentos de intercambio.
La metodología de los tipos ideales weberianos, basada en la interpretación y explicación,
analizando su trayectoria política, reafirma el método histórico interpretative y rinde frutos al
construir una tipología que define al político mexicano como un líder que tiene su base en lo
carismático, afectivo y utilitario, aunque legitimado legalmente desde lo racional.
Palabras clave: autoridad, dominación, acción social, liderazgo, el político
1
Departamento de Sociología UAM Azcapotzalco.
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ABSTRACT
The figure of legitimate authority is the basis of Weberian domination and in the Andrés Manuel
López Obrador’s leadership one can find signs of speeches inherited from previous generations,
the figure of the leader and the legal political conformation in his bureaucratic positions,
although, equally way, with instruments of exchange.
The methodology of Weberian ideal types, based on interpretation and explanation, analyzing
his political career, reaffirms the historical interpretive method, bears fruit by constructing a
typology that defines the Mexican politician as a leader who is based on the charismatic,
affective and utilitarian, although legally legitimized from the rational.
Keywords: Authority, Domination, Social action, Leadership, The politician
Recibido: 22 de diciembre 2024 | Aceptado: 12 de febrero 2025
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INTRODUCCIÓN
En México la figura presidencialista goza de un estatus privilegiado, esto a pesar de las
transiciones y el establecimiento de instituciones que colocan a la democracia mexicana con, al
menos, los mínimos requerimientos para su función (Meyer, 1991; Córdova, 2009; Serra,
2016). Andrés Manuel López Obrador fue electo en 2018 después de haber intentado en dos
periodos anteriores llegar a la presidencia; el arraso de Morena en dichas elecciones tiene
distintas interpretaciones, tales como un voto de castigo para el PRI por los vicios que tuvo en
el periodo 2012-2018, la desintegración de partidos tradicionalmente grandes, dadas alianzas
como la del PAN y PRD y la emergencia de MORENA como un partido importante que
cohesionó cuadros, militantes y una agenda política que se asemeja a un partido catch all
(Reyes del Campillo, 2016).
Dentro de esta última posible explicación, la figura de un político como lo es el líder
morenista Andrés Manuel López Obrador (de aquí en adelante se le mencionará como López
Obrador o AMLO) es un punto clave en su emerger y consolidación dentro del poder. De esa
manera, Max Weber y algunos de sus lectores posteriores pueden ser insumos de
trascendencia en la explicación del papel de su liderazgo con el cual logró dirigir voluntades a
su favor. El tipo ideal de dominación weberiana será la base interpretativa y explicativa en el
presente texto, dado que es la probabilidad de obediencia de un mandato en una relación de
autoridad (Weber, 2004). El fundamento de dicha dominación se basa ya sea en la creencia en
dicha autoridad (carismática, tradicional o racional valorativa) o desde una visión meramente
instrumental (por constelación de intereses) (Weber, 2004).
Así, el presente trabajo pretende esbozar en el liderazgo político de López obrador con
el fin de establecer elementos que expliquen su dominación hacia sus militantes y electores, la
pregunta principal es ¿Cómo es el actuar de AMLO como figura de autoridad que propicia el
acato de dominación en el ámbito político mexicano? Para ello, en el primer apartado se
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esbozará la perspectiva de dominación weberiana teórica y metodológicamente, esto con el fin
de establecer un cúmulo de tipos ideales para el análisis; en el segundo apartado se hará un
recorrido general a la trayectoria partidista de AMLO, esto con la intención de encontrar indicios
que marquen los caminos y permanencia de sus modos de dominación desde su militancia y
liderazgo partidista, así se funda una relación entre los tipos ideales propuestos con el fin de
establecer interpretaciones del político mexicano y sus modos de dominación. En las
conclusiones se harán una serie de reflexiones finales y, además, se propondrán tópicos de
análisis a futuro como producto de este primer acercamiento.
Teoría desde la perspectiva weberiana
Una de las escuelas más prolíferas en el análisis para el tratamiento científico social en
el ámbito de la política es la teoría y metodología desde el enfoque weberiano (Tormin, 2016).
Conceptos como el de dominación ostentan en su trasfondo, por un lado, la perspectiva teórica
general de acción social y, por el otro, la concepción de racionalización de su obra. Para el
presente se recuperan los tipos ideales de dominación legitima que Max Weber y sus lectores
han ido consolidando como uno de los puntos de partida y culminación de estudios en la
política. Para ello, es necesario retomar lo más general de dichos postulados y llegar a delimitar
teorías que puedan fungir como un vínculo entre lo abstracto general y el estudio de caso en
particular (Zabludovsky, 2015).
De este modo, se comenzará con la delimitación general del concepto de acción social
en sus distintas morfologías, con lo que posteriormente se ligará, siguiendo la lógica weberiana,
con los tipos ideales de dominación tradicional, carismática, legal y por constelación de
intereses. En función de ello se hará uso de metateorías , con corte weberiano en su interior,
adscritas a dichos tipos ideales: tales como el concepto de tradición en la política, para la
dominación tradicional, el discurso de la corrupción y el milenarismo para el carisma, el
clientelismo político para la dominación por constelación de intereses y la legitimidad legal
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racional de la burocracia estatal en la dominación racional. Cabe señalar que las relaciones
propuestas son principalmente tipos ideales, no se pueden localizar en estado puro y no son
enunciados deber ser, por lo que al final del apartado se delimitará la manera en que dichas
herramientas metodológicas funcionarán en la comparativa empírica.
Acción social como concepto base en la dominación weberiana
La sociología desde la óptica weberiana parte de considerar al individuo como un
agente de análisis, es decir, en comparación de la sociología positivista (a la par
contextualmente con Weber) de Emilie Durkheim quien en su análisis toma en consideración el
hecho social como independiente de manifestaciones individuales, desde el interpretativismo
weberiano el individuo es el foco de la construcción de conocimiento sociológico. Según Bravo
(1987) el individuo en Weber goza de una herencia kantiana, ya que considera que tiene cierto
grado de libre albedrio en su existir, si bien se pueden ver determinantes sociales frente a él, su
existencia cuenta con determinados sentidos que hacen posible la realidad social.
Hablando de sentido mentado, la subjetividad es el otro aspecto de trascendencia al
momento de utilizar la acción social como herramienta conceptual de análisis. En palabras de
Weber, tomar en cuenta la subjetividad expresa el sentido mentado de los actores en
función de otros y se puede presentar “existente de hecho: a) en un caso históricamente dado,
b) como promedio y de un modo aproximado, en una determinada masa de casos: bien b)
como construido en un tipo ideal con actores de este carácter” (Weber, 2004, p. 6). Para Diaz
Polanco (1991) la diferencia entre Durkheim y Weber es que el primero toma en cuenta la parte
externa de la sociedad mientras que el segundo se enfoca en lo internalizado, es decir, en el
sentido de la acción. Para el presente análisis es crucial dicho sentido, ya que el sentido de los
sujetos es uno de los puntos de partida para el análisis interpretativo comparativo que
metodológicamente el alemán propone desde las tipologías ideales.
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Así, en tercer lugar, se puede mencionar que la teoría y metodología weberiana está
basada en la hermenéutica, dado que su fin es la interpretación y comprensión de la acción
social. Sin embargo, y recuperando a Giddens (1987) la sociología es una disciplina que utiliza
la hermenéutica de segundo grado, dado que los objetos de análisis (grupos, individuos o
instituciones) están realizando interpretaciones constantes y el científico, a la vez, tiende a
interpretarlas; en otras palabras, la tarea de la sociología parte de interpretar el sentido
mentado de los individuos, sin embargo, dicha subjetividad al igual es un producto social del
proceso de interpretación. Aun así, la tarea weberiana de dar ese paso a la interpretación es un
elemento clave al momento de contrastar la tipología ideal. Por ello, se puede enunciar que la
comprensión se puede expresar en cuanto:
Captación interpretativa del sentido o conexión de sentido: a) mentado realmente en la
acción particular (en la consideración histórica); b) mentado en promedio y de modo
aproximativo (en la consideración sociológica en masa); c) construido científicamente (por el
método tipológico) para la elaboración del tipo ideal de un fenómeno frecuente. (Weber, 2004,
p. 9).
La acción social se constituye como el gran conceto general weberiano que agrega al
individuo, su subjetividad y es proclive de interpretación dada la comprensión. Esta se define
como un tipo de acción con sentido mentado dirigido hacia terceros, estos últimos pueden ser
otros individuos, grupos o instituciones, de forma histórica o sociológica, aunque la forma para
captar dicho sentid se necesita realizar desde la construcción de tipos ideales que contengan la
acción social. Es decir, se puede hallar determinada acción social histórica y como promedio en
cuanto a masas, pero para poder captarla se necesita la construcción de tipos ideales de
acción social que puedan servir para observarla.
También cabe señalar el concepto de relación social, el cual es la tendencia de mutuas
reciprocidades interactivas que se da entre un sujeto y sus terceros como referentes de acción
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social. A pesar de que algunos llegan a señalar como relativista a la sociología comprensiva
weberiana, lo cierto es que la búsqueda principal serán las tendencias de comportamiento en
los individuos y las relaciones de estos pueden funcionar como indicador de la objetivación de
ellas. En palabras de Becker (2019), el estudio de caso instrumental se basa en poner a prueba
una serie de categorías científicas (es decir, tipos ideales weberianos) y el resultado de ello es
la congruencia o divergencia entre el tipo ideal y la realidad a la cual se da el acercamiento; es
decir, los hallazgos serán esos elementos que difieran o convergen.
De esta forma, siguiendo a Weber (2004), se pueden encontrar cuatro tipos puros de
acción social: en primer lugar, la acción social tradicional, la cual “a menudo no es más que una
oscura reacción a estímulos habituales, que se desliza en la dirección de una actitud arraigada”
(Weber, 2004, p. 20), es decir, el sentido mentado de la acción se basa específicamente en
costumbres arraigadas. En segundo lugar, se encuentra la acción social afectiva, definida como
“especialmente emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales actuales” (Weber,
2004, p. 20), por lo tanto, la conducción de la acción se basa en ese afecto dentro de la
subjetividad dirigida hacia terceros.
Antes de pasar a los dos tipos de acción social restantes, es prudente señalar el
concepto de racionalización en Weber. En su extensa obra se pueden encontrar indicios en
distintas temáticas que indica dicho proceso el cual se basa en el cálculo, en la especialización,
separación y en Europa se dieron las condiciones afines para dicho elemento (Weber, 2005).
De este modo, la acción social tradicional y afectiva estaría apegada a un momento previo de
dicha racionalización, es decir, en donde los cálculos racionales no son la base del sentido
mentado, más bien son estados afectivos y de los hábitos internalizados. Los dos tipos ideales
restantes representan la racionalidad del mundo moderno, la cual la calculabilidad produce que
el sentido mentado lo tenga como elemento central, aunque cabe señalar que dicha
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automatización instrumental no es algo que Weber considere como un logro humano, más bien
lo contrario (Giner, 2004).
Así, en tercer lugar, se puede enunciar la acción social racional con arreglo a valores, la
cual se manifiesta “determinada por la creencia consciente en el valor […] propio y absoluto de
una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente en méritos de
ese valor” (Weber, 2004, p. 20), por lo que se ve expresado que el alemán conceptualiza ese
proceso de racionalización en función de máximas éticas que conduzcan racionalmente al ser
humano, no solo tomar las relaciones sociales como medio. Aun así, finalmente, se encuentra
la acción social racional con arreglo a fines, la cual se basa en “expectativas en el
comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas
expectativas como "condiciones" o "medios" para el logro de fines propios racionalmente
sopesados y perseguidos” (Weber, 2004, p. 20) Este último tipo ideal representa en su sentido
mentado una instrumentalidad pura, es decir, los cálculos están enfocados en los fines y no
como máximas valorativas.
En estos dos últimos tipos ideales se puede ver expresado el interés de Weber por las
máximas que conduzcan la acción social, dado que a pesar de que en sus observaciones
puede percibir una instrumentalización en la política, la economía o, incluso, la ciencia, la
postura hacia dicho fenómeno siempre fue con sus respectivas reservas. Señala Giner (2004),
la idea de desencantamiento del mundo es lo equivalente a la alienación marxista o la anomia
de Durkheim, los cuales consideran que son hasta cierto punto patologías en el tejido social.
Específicamente en Weber, dicho desencantamiento deriva en relaciones basadas en meros
intercambios instrumentales, es decir, con base en acciones sociales con arreglo a fines,
dejando de lado máximas valorativas que siempre consideró como las garantes de contenido
ético (Weber, 2007)
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De esta manera, la acción social se presenta como un concepto que goza de poder
comprensivo, interpretativo y explicativo. Para el análisis del liderazgo político de AMLO puede
funcionar como herramienta metodológica-conceptual ya que, por un lado, mediante el esbozo
de determinados discursos, documentos y su propia biografía se puede definir si su sentido
mentado dirigido a terceros (los cuales pueden ser sus militantes partidarios, electores o
adversarios) está dirigido por la tradición, el afecto, la razón valorativa o la razón instrumental.
Para ello, se necesitan traer al análisis otro cúmulo de tipos ideales weberianos tales como lo
son sus multicitados conceptos de dominación que fungirán como mediadores con la realidad
construida, tal como se muestra a continuación,
La autoridad del político como tradición, carisma, legalidad e instrumentalidad,
así como sus indicadores
La dominación legitima es un punto clave en el estudio de la política para Max Weber,
dado que su interés se basa en el contenido mentado del acato hacia las autoridades. Por ello,
considera que el poder es amorfo, dado que este se define como “la probabilidad de imponer la
propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea
el fundamento de esa probabilidad” (Weber, 2004, p. 43). Sin embargo, dicha imposición se
puede observar como resultado del uso de recursos externos en un ámbito cerrado de
administración estatal, tales como regímenes políticos cerrados (Munck, 1997). En palabras de
Lukes (2004), el poder puede tener distintas formas, una de ellas es la imposición tal cual, de
los mandatos, sin embargo, el que puede sostenerse a lo largo del tiempo es aquel en el que
los actores cumplen los mandatos ya sea porque creen en esa figura de autoridad o por haber
sido influidos por ella, mas no obligados.
Weber, por lo tanto, desarrolla en su obra el concepto de dominación legítima, definida
como “la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre
personas dadas” (Weber, 2004, p. 43). Esto no es la imposición de dicho mandato, sino la
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probabilidad de que sea obedecido. En esta parte cabe rescatar que el alemán considera que
el acato del mandato puede ser por motivos meramente instrumentales, es decir, se puede
basar en el uso de recursos (materiales, por ejemplo) con el fin de establecer la obediencia; por
otro parte, y en lo que se basan gran parte de sus tipos ideales, la obediencia al mandato se
puede fundar específicamente en la creencia de la figura de autoridad:
De acuerdo con la experiencia ninguna dominación se contenta voluntariamente con
tener como probabilidades de su persistencia motivos puramente materiales, [tradicionales],
afectivos o racionales con arreglo a valores. Antes bien, todas procuran despertar y fomentar la
creencia en su "legitimidad". Según sea la clase de legitimidad pretendida es
fundamentalmente diferente tanto el tipo de la obediencia, como el del cuadro administrativo
destinado a garantizarla, como el carácter que toma el ejercicio de la dominación. (Weber,
2004, p. 170)
En un primer momento Weber define los tipos de dominación con la creencia en los
mandatos basados en tradición, afecto y razón con arreglo a valores. Por dominación
tradicional se entiende como lo “que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las
tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer la autoridad” (Weber, 2004, p. 171). De esta forma, la dominación es
heredada por una costumbre arraigada y se liga a una acción social tradicional, la cual no
cuenta con una reflexión en su sentido mentado, ya que los hábitos heredados del pasado son
los que legitiman a la autoridad. Enfocado en autoridades políticas, se menciona que una
autoridad tradicional toma a los miembros de la asociación como súbditos los cuales ganan o
pierden los “favores” de la autoridad que se presenta como un líder patrimonial, dado que en
cuadros administrativos políticos tradicionales, lo recursos de la asociación y del líder no se
distinguen tal cual (Weber, 2004; 2007).
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En segundo lugar, se encuentra la dominación carismática, la cual se adscribe con la
acción social afectiva y “descansa en la entrega a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una
persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (llamada) (autoridad carismática)”
(Weber, 2004, p, 171). Esas capacidades extraordinarias e incluso mitificadas son la fuente de
construcción afectiva y emocional hacia las autoridades y el mandato se acata, al igual que el
anterior, basada en esos sentimientos con la autoridad. Esas cualidades sobrehumanas
pueden verse reflejadas en políticos con una carga discursiva que delimita a un enemigo frente
a una imagen propia que se separa de ellos (Gupta, 2015). La dificultad de este tipo de
legitimación es en la pérdida de esa afectividad en cuanto sus cualidades extraordinarias:
Si falta de un modo permanente la corroboración, si el agraciado carismático parece
abandonado de su dios o de su fuerza mágica o heroica, le falla el éxito de modo duradero y,
sobre todo, si su jefatura no aporta ningún bienestar a los dominados, entonces hay la
probabilidad de que su autoridad carismática se disipe. (Weber, 2004, p. 194)
Regresando a los discursos, cabe rescatar lo planteado por Delumeau (2002) referente
al milenarismo, el cual parte de una creencia meramente religiosa, sin embargo, se retoma en
la práctica discursiva y funge como creador de escenarios ilusorios de porvenir. Dentro de esta
misma línea, Schröter (2012) menciona que los pactos políticos con promesas a futuro son una
forma de clientelismo político ilusionario y ese porvenir sirve como expectativa personal del
político con el elector. Lo que tienen en común ambos es la figura de la autoridad a quien se le
adjudica esa capacidad de traer una mejor situación comparada con la presente. Dichos
vínculos emocionales pueden reforzarse con rituales, tales como eventos masivos en los que
se presenta un foco sagrado discursivo en boca del líder carismático (Combes, 2015; Hagene,
2015).
En tercer lugar, se encuentra la dominación legal-racional, la cual “ descansa en la
creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los
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llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad” (Weber, 2004, p. 172). La fuente de su
legitimación es la creencia en los valores inmersos de los ordenamientos legales, los cuales
son llevados a cabo por la burocracia especializada y meritocrática. El autor menciona que
dicha dominación puede ser racional con arreglo a fines o racional con arreglo a valores, sin
embargo, para el presente se tomará como un indicador de una dominación racional con
arreglo a valores, es decir, la obediencia se realiza en función de los estatutos legales y
positivos que establecen a la figura de autoridad y sus mandatos como tal. Los valores
inmersos en dichos ordenamientos producen que ese cálculo racional de obediencia se base
en máximas de bien común (Bravo, 1987). La observación de dicha dominación puede darse
en la burocracia o al momento en que un partido gana las elecciones y su carisma y tradición
se combina y tiende a institucionalizarse, por lo que la debilidad en la costumbre y el discurso
se fortalece.
De esta manera, los motivos de dominación y de acatarla existen, pero el sentido
mentado necesita la legitimación basada en creencias hacia los mandatos. Para ello, Weber
argumenta que la dominación se realiza en una situación de asociación, en la que están bien
definidas las partes jerárquicas y la dominación aparece como producto de los mandatos y el
acatamiento de estos. Sin embargo, y lo asevera el autor, debe tenerse presente que la
legitimidad como creencia es una probabilidad, dado que la asociación puede tener
pretensiones meramente instrumentales, por tal motivo se señaló desde un primer momento
que el acato del mandato puede darse por intercambios instrumentales:
La "legitimidad" de una dominación debe considerarse sólo como una probabilidad, la
de ser tratada prácticamente como tal y mantenida en una proporción importante. Ni con mucho
ocurre que la obediencia a una dominación esté orientada primariamente (ni siquiera siempre)
por la creencia en su legitimidad. La adhesión puede fingirse por individuos y grupos enteros
por razones de oportunidad, practicarse efectivamente por causa de intereses materiales
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propios, o aceptarse como algo irremediable en virtud de debilidades individuales y de
desvalimiento. (Weber, 2004, p. 171)
Se hace énfasis en lo anterior dado que en un esbozo más profundo de la obra cúspide
de Weber Economía y Sociedad, el autor desarrolla el concepto de dominación por
constelación de intereses y es precisamente la contracara de la creencia en la figura de
autoridad. Así, la define como aquella que “puede depender directamente de una constelación
de intereses, o sea de consideraciones utilitarias de ventajas e inconvenientes por parte del
que obedece” (Weber, 2004, p. 706). Por tal motivo, desde un inicio se hace referencia que los
tipos puros de dominación weberiana de la creencia, pero si se basa en un intercambio
meramente utilitario e instrumental, la acción social con arreglo a fines sobresale en este tipo
de dominación, dado que el acatar el mandato no es más que un medio para un fin, muchas
veces basado en el ámbito económico.
Para finalizar, cabe señalar que este tipo de dominación carece de contenido valorativo
o simbólico y si se realiza en el campo de la política, tiende a automatizarla y la dominación
puede basarse en meros intercambios materiales a cambio de apoyo político, es decir “toda
forma típica de dominación en virtud de una constelación de intereses, y sobre todo en virtud
de la posesión de un monopolio, puede transformarse gradualmente en una dominación
autoritaria” (Weber, 2004, p. 698). Siendo el Estado un monopolio económico y violento, este
tipo de dominación podría poner en peligro máximas democráticas.
En síntesis, la dominación en Weber se basa en relaciones dentro de asociaciones
jerárquicas. Se puede obedecer un mandato dadas las creencias a la tradición, carisma o
legalidad racional de quien emite el mandato. Sin embargo, la dominación puede carecer de
creencia en su legitimidad, ya que se realiza por meros intercambios y será denominada
dominación por constelación de intereses, la creencia no la sostiene, más bien es el utilitarismo
costo-beneficio que trae consigo a los individuos participantes. Dicho armazón teórico se
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pondrá a prueba con el fin de establecer el tipo de dominación que ejerce AMLO desde su
figura de autoridad política.
METODOLOGÍA
En Max Weber se encuentra lo que se puede delimitar como un pluralismo
metodológico, dado que considera la realidad como inconmensurable, por lo que la
metodología típica ideal ayuda a acercarse a ella y las formas de hacerlo pueden ser tan
múltiples como los mismos fenómenos que se pueden hallar (Weber, 2012). Esto tiene
resonancia con la perspectiva epistemológica kantiana, dado que, desde el filósofo, una
realidad objetiva no existe, lo que vincula al sujeto con el objeto son una serie de categorías
cognoscitivas para poder dar forma y coherencia a lo observado (Kant, 1946). De esa forma, el
presente parte de un constructivismo weberiano y lo que se pretende es utilizar los tipos ideales
como mediadores entre el sujeto de conocimiento y el objeto de estudio.
Otro punto por retomar de la metodología weberiana es la diferencia entre los juicios de
valor y las ideas de valor. Como buen creyente en la objetividad de la ciencia, el alemán
delimitó que la sociología necesitaba desligarse de posturas valorativas de distinta índole
(Weber, 2012). En el caso de estudio de la política, la dificultad puede estar en tomar en cuenta
que las adscripciones ideológicas pueden nublar el análisis de los entramados de acción social
y dominación, por tal motivo los tipos ideales presentados son ahistóricos, es decir, no se
vinculan a un contexto en específico, no son posturas normativas, sino herramientas de análisis
(Diaz-Polanco, 1987). Si bien la subjetividad del investigador juega un papel de suma
trascendencia, al momento de hacer sociología se necesita un distanciamiento analítico y el
conjunto de pasos metodológicos y de herramientas teóricas lo puede lograr (Dudet Lions,
2009).
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Tabla 1
Tipos ideales y fuente de observación
Acción social
Dominación
Observación
Tradicional
Tradicional
Régimen priista
Afectiva
Carismática
Discurso de la corrupción y
milenarista
Racional arreglo a valores
Legal-racional
Puestos en el Estado
Racional con arreglo a
fines
Por constelación de intereses
Políticas con trasfondo clientelar
Fuente: Construcción propia a partir de Weber (2004)
Con el fin de delimitar el tipo de autoridad que AMLO desarrolla es necesario contrastar
los tipos ideales antes expuestos desde la hermenéutica weberiana, es decir los tipos puros de
dominación que están anclados a los de acción social. Sin embargo, para observaciones
empíricas es necesario partir de variables teóricas (en el presente caso, los tipos ideales) y
generar variables empíricas observables. Por tal motivo, se recuperan una serie de elementos
encontrados en la vida política de López Obrador, los cuales, como se observa en el cuadro 1,
hacen referencia a los tipos ideales de dominación; él es la figura de autoridad y su legitimidad
se puede basar en la herencia de una tradición priista, un discurso milenarista y de la
corrupción, el uso de clientelismo político y la ostentación de puestos en la burocracia.
Cabe señalar, los tipos ideales en su forma pura no se podrán localizar, más bien
tienden a encontrarse combinados y en distinto grado. Lo que en seguida se presenta son los
elementos que pueden identificarse de AMLO en función de los cuatro tipos de dominación, sin
embargo, se expresará, según lo hallado, cuál o cuáles son los que pueden considerarse más
notorios. Por ello, lo delimitado se basa en distintos contextos, aunque los referentes históricos
del político mexicano pueden ayudar a constituir la interpretación del tipo de dominación
tradicional, pero para los tres restantes se tomará en cuenta principalmente su periodo
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presidencial. Finalmente, para ello se recuperan elementos biográficos y algunas
investigaciones hechas del mismo tema.
RESULTADOS
A continuación, se presenta un acercamiento descriptivo a la autoridad de López
Obrador, esto en función del cuadro analítico presentado anteriormente. Cabe señalar que el
orden en que se exponen los tipos de dominación y el acercamiento con su referente empírico
se estructura en función de la dominación con estabilidad más débil a la más fuerte; en ese
sentido, se comienza con la dominación tradicional enfocada en una herencia partidaria priista;
se sigue con la dominación carismática, enfocada en discursos de la corrupción y milenaristas;
después se presenta la dominación como constelación de intereses, usando como referente el
clientelismo político y se finaliza con la dominación legal racional, basado en valores
democráticos institucionalizados legalmente.
Tradición partidaria priista
El régimen político priista fue hegemónico durante todo el siglo XX. Desde su estructura,
se puede considerar un régimen político autoritario, dado que solo había un grupo político con
posibilidad de llegar al poder, las elecciones eran simuladas y las decisiones se tomaban al
interior del grupo (Munck, 1996). Por su parte, desde una perspectiva de sistema partidario,
siguiendo a (Sartori, 2003), se puede considerar que el sistema del régimen priista fue un
régimen de partido hegemónico
2
, dado que existían otros, sin embargo, estos no tenían
registro, estaban o eran cooptados por el PRI, por tal motivo a partir de finales de los años
setenta se considera que se comienza una liberalización política que construyó camino a la
transición democrática (Reyes del Campillo, 2015).
2
Cabe señalar que, a pesar de tener reglas establecidas, lo que se puede decir que era el régimen político mexicano
es un autoritarismo electoral, dado que se llevaban a cabo elecciones, pero siempre simuladas (Serra, 2016)
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Ambos casos tienen una relación estrecha con las normas internalizadas que el régimen
priista ha heredado a la política mexicana contemporánea, por lo que se puede considerar que
aún no se alcanza una consolidación en su transición a la democracia (Schedler, 2004). Desde
una óptica weberiana, la racionalización de la política tiende a racionalizar su estructura y sus
actores, por lo que se pasa del caudillo al político profesional, aunque dicho proceso no libra
que ambas partes se combinen (Weber, 2007). La fundación del PNR representa una
racionalización en manos de caudillos, sin embargo, su profesionalización
3
se fue llevando
paulatinamente; aun así, siguen presentándose vestigios de una costumbre autoritaria producto
de las normas políticas en proceso de transición (Serra, 2016).
Si se toma como foco de análisis a López Obrador, su militancia política inició, como era
común en aquellas décadas, dentro del PRI en los años setenta. Originario de Tabasco y
educado como politólogo en la UNAM, su trayectoria comenzó en apoyo a figuras como la de
Carlos Pellicer Cámara, con quien trabajó en sus inicios y lo fue vinculando en aquella red de
favores y reciprocidades que sostenía el régimen priista (García Bartolo, 2007). Durante su
emergente e inicial carrera en el Revolucionario institucional, ostentó puestos, entre ellos como
Director de estudios sectoriales de Tabasco (1976); director del Instituto Indigenista de Tabasco
(1977); Delegado de Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos
Marginados de la Presidencia (1978-1981); Presidente del PRI en Tabasco (1983); y Director
de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor en la Ciudad de México (1984)
(Cano, 2004).
Para Cansino (1991), el PRI de los años setenta y ochenta se comenzó a fragmentar
debido a discursos opuestos al interior del partido (neoliberal contra de estado benefactor), sin
embargo, es crucial rescatar que las alianzas políticas a su interior derivaron en la
3
Vommaro y Combes (2016) establecen que la profesionalización se pudo observar en los lideres sindicales
campesinos y obreros, los cuales sirvieron como intermediaros con los aun caudillo revolucionarios y se forjo una
estructura de reciprocades.
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conformación del Frente Democrático Nacional, de lo que posteriormente emergería al PRD.
López Obrador fue de los iniciadores de dicho frente hacia finales de los años ochenta,
producto de sus vínculos con redes de reciprocidades con políticos de la talla de Cuauhtémoc
Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. En el estudio de Tosoni (2007) se evidencia que el partido
recién fundado continuó con prácticas autoritarias como redes de favores y el clientelismo
político, por lo que más que considerarlo como una alternativa, se proyectaron las normas
arraigadas del régimen autoritario.
La personificación de la política está vinculada con la del caudillo descrito por weber, ya
que su ostentación santificada es producto de una tradición que se remonta temporalmente
hacia atrás. Una práctica internalizada en la política mexicana es la personificación (hasta
cierto punto patrimonialista) del mandatario del poder ejecutivo, debido a que cuenta con un
peso significativo procedimental y simbólicamente (Basave, 2021). López Obrador es un claro
ejemplo de una personificación política, dado que su presencia puede representar al caudillo de
antaño, pero siendo un político profesional durante toda su trayectoria. De esta manera,
convergen las prácticas de reciprocidades, la personificación y la estructura de un régimen
político en vías de transición.
Se puede decir que la tradición es parte de la autoridad de López Obrador, una que
tanto individualmente como estructuralmente pueden observarse, un régimen en transición
como el mexicano tiende a presentar hibridaciones entre lo autoritario y lo democrático
4
. El
peso de la figura presidencial sigue siendo considerable y AMLO ha sabido sacar provecho de
dichas circunstancias, dado que su escuela política (tal cual como la de los políticos de la
época) es priista. La tradición le ha ayudado a mantener esa posición jerárquica dentro del
partido y hacia sus electores.
4
Dichas hibridaciones pueden delimitarse desde un análisis del régimen político, de hecho el mismo Munck (1996)
establece que México de los años noventa es una hibridación de reglas en transición democráticas y aspectos
autoritarios.
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El discurso de líder carismático: corrupción
Una constante en los análisis de AMLO es su etiqueta de líder carismático. Para Cano
(2004), la biografía del mandatario representa el trayecto de un político que ha forjado un
discurso que conlleva una misión, la cual se puede definir como la que expresa un porvenir de
cambio en el país. Por su parte, Ramos López (2021) argumenta que el discurso de López
obrador se forja como un discurso de la corrupción, en el que expresa una imagen y
determinadas prácticas que utiliza como una forma de confortación política con sus
adversarios. Finalmente, para Pérez Verduzco (2019) el carisma de López obrador representó
uno de los puntos fuertes en la contienda del 2018, sin embargo, su enfoque más que a un
discurso en general, loque establece es que su agenda catch all es una forma de dirigir ese
carisma hacia sectores diversos de la sociedad, en otras palabras, la promesa profética y
discusiva se ve materializada en políticas programáticas de campaña.
Así, en primer lugar, el discurso de López Obrador es la de un profeta con esas
habilidades extraordinarias de cambio, algo que Weber señala son la fuente de su legitimidad.
Retomando la biografía de tabasqueño, después de ser una pieza importante en el PRD de los
años noventa y poco más de una década de los dos mil, las diferencias entre las facciones
internas del partido derivaron en el surgimiento de MORENA, un partido político derivado de lo
que sus militantes consideraban un movimiento social. Para Espinoza y Navarrete (2016) la
fundación del partido emergente dio finalizada la tradición tripartida que había tenido
hegemonía en México, además que su líder estableció una diferencia entre PRI, PAN y PRD
frente a ellos, etiquetándolos como parte de un sistema corrupto, obsoleto y nombrado al nuevo
como “la esperanza de México”.
De esa forma para Lucca (2019) MORENA es un partido novedad en cuanto a su
ruptura con las posiciones tradicionales del sistema partidario mexicano, dado que sus
discursos generan una diferenciación entre los partidos tradicionales establecidos y el
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emergente. Es aquí en donde aparece el discurso de la corrupción que el liderazgo predica
como parte de su carisma. Si se revisa el Plan Nacional de Desarrollo (2018) del gobierno de
MORENA, se puede ver que la confortación entre el gobierno entrante y sus adversarios es de
manera constante y parte fundamental de su discurso. Por otro lado, siguiendo a Vidal de la
Rosa (2020), el triunfo de MORENA fue producto de ese proyecto discursivo
5
que convergió
con las inconformidades con los gobiernos antecesores, por lo que esa voz mesiánica y
profética carismática se vuelve a presentar.
Retomando esto último, y en segundo lugar, en el lenguaje de sus adversarios llegan a
definir a López obrador como un mesías y dicho elemento milenarista y mesiánico puede
considerarse como gran parte de su discurso político. Según Delumeau (2002) el milenarismo
es un aspecto religioso anclado en occidente, el cual delimita el regreso de Cristo mil años
después de su muerte, así, a lo largo de siglos se han documentado movilizaciones violentas a
favor y en contra de los que se proclamaban ya sea profetas o el mismo Mesías y esto hace
converger con lo planteado por Weber referente al carisma con habilidades extraordinarias del
profeta que es legitimado por su divinidad.
Finalmente, cabe rescatar que la acción social al interior de la legitimidad carismática es
la afectiva, es decir, eso estados emocionales por un porvenir mejor al actual, el cual se
encuentra en manos de corruptos, esos sentimientos de agravio son la base de la generación
de vínculos emocionales en los cuales los ciudadanos creen. Aun así, señala Hagene (2016),
dichos vínculos son reforzados con eventos políticos en los cuales se conforman los discursos
y se genera efervescencia emocional frente a sus mandatarios. Por su parte Combes (2015)
asegura que la construcción de emociones en AMLO está enfocada en grupos específicos,
tales como adultos de la tercera edad y jóvenes. De esa manera, el discurso de la corrupción y
5
Precisamente Gupta (2015) señala que la corrupción tiene tanto arraigo cultural que los mismos ciudadanos
necesitan una serie de códigos y símbolos para llevar a cabo las relaciones con la autoridad política.
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milenarista converge con rituales de interacción en los que los afectos hacia las habilidades
sobrenaturales se fortalecen y traen consigo legitimidad por la creencia en ello.
Clientelismo fino como constelación de intereses
Antes de pasar a la dominación legal-racional, la cual considero que es la que
mayormente genera legitimación al sistema de dominación en el liderazgo de López Obrador,
cabe señalar un aspecto de importancia en los partidos políticos y los gobiernos en vías de
transición, es decir, el clientelismo político. Una diferenciación clave es distinguir entre
clientelismo y compra de votos, ya que el primero puede ser compatible (aunque en casos muy
específicos) con la democracia y se puede considerar como un sistema de intercambio abierto
y el segundo es ilegal y cerrado (Hagene, 2015). Para Vommaro y Combes (2016) la misma
palabra clientelismo tiene significancia profunda en el ámbito político, mediático y académico, el
cual puede considerarse como una patología, pero más bien es parte de las normas de un
régimen político, incluso de los democráticos. Por su parte, Gay (1997) nombra clientelismo
político fino al intercambio de votos por apoyo en una relación de reciprocidades instrumentales
horizontales, es decir, se utiliza como un medio para la distribución de bienes y servicios por
parte del estado, esto sin requerir una coerción de por medio.
En Ramos López (2021), se establece que el clientelismo político que López Obrador
predica es un tipo de clientelismo fino, es decir, se ocupa de la distribución de bienes y
servicios a cambio de apoyo político y con ello consigue legitimación en su autoridad y en su
mismo proyecto político, por lo que ejemplifica que políticas como las de becas a jóvenes o el
apoyo oficial a los adultos mayores, se puede considerar una práctica clientelar, pero al no
incluir la coerción, este se puede diferenciar de un clientelismo convergente con el PRI
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autoritario (clientelismo tradicional)
6
. Por su parte Greene y Simpser (2020), argumenta que la
victoria de MORENA se debió, además de por lo antes señalado, gracias al uso de prácticas
clientelares en su campaña, aunque este convergió con su discurso de esperanza futura, dado
que el trato clientelar siempre fue enfocado a las políticas cuando el partido llegara al poder.
La pregunta que surge es ¿el discurso de la corrupción entonces se contradice con su
práctica clientelar? Y la respuesta es no, dado que el discurso de la corrupción emitido desde
las cupulas estatales, según Gupta (2015), el Estado establece imagen y práctica, es decir,
puede etiquetarse a la corrupción como una patología desde el discurso para enfrentarse a sus
oponentes, sin embargo, este puede llegarse a utilizar, dado que es parte de la cultura tanto de
las instituciones políticas como de los individuos. El caso de AMLO es particular, ya que su
discurso (incluso en el Plan Nacional de Desarrollo) está enfocado al clientelismo político
definido como denso (es decir, coercitivo, vertical e ilegal) y a la misma compra de votos. Si
bien no hace alusión a una diferenciación entre clientelismo fino y denso, lo cierto es que uno
es el que discursivamente critica y el segundo puede ser el que lleve a cabo.
La dominación aparece al momento de acatar el mandato de apoyo político, una
legitimidad desde lo material y lo instrumental, una dominación por constelación de intereses.
En este tipo de relación con la autoridad política puede que la tradición priista y el discurso
contra la corrupción quede de lado, más bien el intercambio de bienes y servicios por apoyo
político es un medio para un fin. Incluso el votante indeciso puede utilizar dicha práctica como
una forma de decidir si su voto se le otorga o no a determinado partido o, en su caso, al mismo
gobierno, La problemática radica en lo que observa Corzo (2002) referente a un clientelismo sin
un proyecto real, es decir, un intercambio meramente procedimental, sin un trasfondo real de
6
En su artículo, el autor establece que el clientelismo tradicional puede aún estar presente en clientelismo más
moderno, aun así, la lógica de la racionalización determina que sea en menor grado esa característica tradicional y
autoritaria (Ramos López, 2021).
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cambio a futuro, por lo que la autora se apega a un clientelismo horizontal y que coopere con
esos proyectos, es decir, un clientelismo fino.
La pregunta final es ¿el clientelismo de López obrador es fino y horizontal o denso y
vertical? La respuesta es compleja y con elementos de investigación a futuro, dado que se
necesita observar si el reparto de determinados bienes (por ejemplo, becas o apoyos a adultos
mayores) se realiza con condicionantes o coerción o en su caso gozan cierta universalidad y
horizontalidad. Por ahora puede decirse que la fuente de legitimidad son dichos grupos de base
clientelar que ha condensado en adultos mayores, jóvenes y se le pueden agregar otros de
estos que son parte de los múltiples conglomerados adheridos a su proyecto. La legitimidad
aquí está arraigada a un instrumentalismo, la creencia se deja de lado y el apoyo del partido o
gobierno es el principal insumo para el acatamiento del mandato.
Legitimidad legal racional
Para finalizar, el tipo de dominación que predomina en López Obrador y que cohesiona
las anteriormente mencionadas es en su forma legal racional, la cual puede expresar la
racionalización que se va desarrollando en determinada sociedad y parte en la creencia de
máximas valorativas inmersas en la subjetividad ciudadana, es decir una acción social con
arreglo a valores (Weber, 2004). A lo largo de su carrera política, el mandatario ha ostentado
puestos dentro de la burocracia en distintos niveles del gobierno, sin embargo, los más
sobresalientes son los de jefe de gobierno del Distrito federal y el de presidente federal (Cano,
2004; Vidal, 2020). Desde el sentido mentado de los ciudadanos, la valoración ética de la
vocación política weberiana es la máxima con mayor peso que se adjudica en la dominación
legal racional, es decir, vivir para la política es parte de un valor que conforma la creencia en la
figura de dominación instalada en las cúpulas del Estado (Weber, 2007).
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Dicha vocación
7
es un punto trascendental de cohesión con la parte legal y los otros tres
tipos ideales presentados, dado que una máxima como esa entrega ética a la política desde
una óptica meramente institucionalizada trae como resultado que el acato de la autoridad se
fortalezca por la creencia en los estatutos positivos, es decir, las normas democráticas que
establece que un mandatario es considerado como tal es lo que legitima por completo su
tradición, carisma, instrumentalidad y los valores inmersos en ella. Por tal motivo, es valioso
mencionar que (además de la vocación como valor ético) la democracia es un punto por
considerar al momento de delimitar la creencia valorativa en lo legal racional, es decir, el acato
no es en función del político o burócrata, más bien se acata el valor que contienen las
instituciones consensuadas de corte democrático (Dahl, 1992).
La creencia en un régimen democrático, por lo tanto, establece que las autoridades
sean legitimadas, dado que los ciudadanos tienden a creer en las decisiones por la mayoría.
Para Duran Ponte (2009) el apoyo a la democracia se puede ver desde una forma general del
régimen (es decir a sus instituciones y sus normas) o específicamente en el funcionamiento de
esta en tiempo presente; en México la primera puede considerarse como fuerte y la segunda se
torna un tanto más débil. Por su parte, Monsiváis Carrillo (2017) establece que el apoyo débil a
determinadas instituciones es producto de la ruptura entre en funcionamiento y el valor
interiorizado que los ciudadanos contienen en su sentido mentado, por lo que el déficit
democrático puede evidenciar que la evaluación ciudadana perciba disfuncionalidades en el
régimen.
Regresando a López Obrador, su triunfo en el 2018 representa para el ciudadano un
triunfo a nivel institucional, es decir, su legitimidad se basa en considerar que las instituciones
políticas funcionan de tal manera que han captado las participaciones del pueblo y se hace
7
En la vocación política tiende a diferenciarse una acción social meramente instrumental o con un trasfondo
valorativo, en el caso de AMLO pude ser digno de análisis edificar explicaciones al porqué en su intención de llegar
a la presidencia.
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presente con la victoria de un partido que, en papel, no es parte de las cupulas tradicionales.
Esa valoración hacia la democracia incluso puede observarse que se proyecta desde el mismo
mandatario y se puede observar en instalar acciones participativas tales como la revocación de
mandato, ya que, si la legitimidad está dentro de los valores democráticos, el uso de esta sigue
siendo prolífico. Aun así, no quiere decir que los otros tipos de dominación sean eliminados por
e legal racional, más bien se comparten y sus legitimaciones fortalecen el mandato de la
autoridad.
8
Tabla 2
Relación entre dominación y legitimidad en cuanto a su fuerza
Aceptación del mandato
Fuerza
Legal racional
Constelación de interés
Carismática
Tradicional
+
-
Fuente: Construcción propia
En síntesis, se puede decir que la autoridad de López Obrador se basa en los cuatro
tipos de combinaciones weberianas, aunque se ha establecido que estos pueden variar en dos
sentidos, tal como se muestra en el cuadro 2. Por un lado, el mandato se puede acatar desde
los cuatro tipos ideales de dominación, sin embargo, la fuerza mayor se ubica en la dominación
legal racional, dado que la autoridad se institucionaliza y los valores en el sentido mentado
(como el que se le atribuye a la democracia en el gobierno de AMLO) son el sostén de la
dominación; en el otro extremo se encuentra la dominación tradicional, dado que esas
costumbres convencionales que se realizan sin reflexión, en contextos racionalizados pueden
ser débiles, dado que se llegan a contraponer con lo establecido valorativamente legal.
8
trasfondo valorativo, en el caso de AMLO pude ser digno de análisis edificar explicaciones al porqué en su
intención de llegar a la presidencia.
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Como puntos intermedios se encuentra la dominación por constelación de intereses y la
carismática, la primera encuentra su dificultad en lo material, es decir, si se quiere sostener una
dominación desde dádivas se torna complicado, por lo que se llega a reducir a unos cuantos
grupos, tales como los focos clientelares de López Obrador. Mientras que la carismática tiene
su debilidad en el discurso llevado a la práctica, debido a que las habilidades extraordinarias
del profeta pueden verse no cumplida en su objetivación, en el caso de AMLO, si su promesa
de esperanza no se ve materializada, puede que su legitimidad se vea trastocada.
DISCUSIÓN
Lo primero a discutir es la reflexión, que como se ha comentado, es un indicador del
proceso de racionalización, por ello, la tradición puede estarse diluyendo, dados los cambios en
el régimen mexicano. López Obrador cuenta con liderazgo tradicional, pero podría ser el que
menor peso tiene a la hora de definirlo. Es una dominación débil, que aboga al pasado y a una
reflexión escasa, sin embargo, en el proceso de transición, la ciudadanía comienza a madurar y
se refleja en la cultura política mexicana, una rendición de cuentas que va más allá de esa
tradición, de esos favores y de esa figura personalista. Así, si los ciudadanos llegan a ver
indicios de autoritarismo hacia las instituciones democráticas, no se dudaría en deslegitimar
dicha tradición.
En cuanto a la dominación carismática, su inestabilidad radica cuando necesita de una
creencia discursiva y de proyecto a futuro como base de su legitimidad, tal como se señaló en
el apartado teórico. Entonces ¿el carisma de AMLO asegura una legitimad plena? La respuesta
es no, dado que, aunque sus seguidores sean numerosos y su legitimidad se base en su
proyecto en contra de la corrupción y de esperanza (con esos tintes milenaristas), se debe
tener en cuenta que al final México está regido por reglas democráticas y en 2018 un hecho por
encima del carisma y la tradición, descritas hasta ahora, es la rendición de cuentas y la
evaluación ciudadana hacia las autoridades políticas. Por ello, a pesar de que su discurso es
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parte de su actual gobierno, la decepción en determinadas zonas (especialmente locales) por
no ver mejoras ha traído consigo una serie de derrotas en las elecciones intermedias, por ende,
dicho carisma puede ser una herramienta potente, pero si no se ve materializado lo que
propone desde lo discursivo, este puede perder la legitimidad.
En el caso de la legitimidad por constelación de intereses de este tipo tiende a presentar
dificultades. Por un lado, siguiendo a Susan Stokes (2009), basar un proyecto político en
meramente relaciones clientelares no es posible en democracias modernas, dado que el costo
sería muy elevado y, además, se podría caer en prácticas ilegales (clientelismo denso). Pero,
aunque fuese clientelismo fino, es imposible dar dadivas a todos los grupos dentro de un
sistema político, por lo que la universalidad estaría enfocada a pocos de estos y en elecciones
con cierto grado de competitividad no podrían generar una diferencia. Lo que queda por ahora
(y con miras en análisis futuro) es decir que una fuente de legitimidad hacia la autoridad de
AMLO es el clientelismo que se basa en una acción social racional con arreglo afines y una
dominación por constelación de intereses.
Finalmente los vínculos con lo legal racional: la dominación tradicional, lo legal racional
coopera en legitimar la política como costumbre que data del régimen autoritario, dado que el
presidencialismo sigue tendiendo un peso trascendental y esa figura de tradición se legitima
más allá del hábito cuando el acato del mandato se establece mediante los ordenamientos
racionales. En cuanto a la dominación carismática, ese discurso de la corrupción y las
promesas de cambio se ponen a prueba desde las instancias institucionales y se pueden
legitimar mutuamente. Por su parte, la dominación por constelación de intereses se puede
fortalecer si ese reparto utilitario de bienes materiales se realiza (y de esa forma puede
observarse que se hace) desde instancias legales.
La pregunta final sería ¿bajo una relación de dominación legal-racional se puede
considerar que la dominación es más sólida? La respuesta, por un lado, puede explicarse
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precisamente desde esos valores mencionados que se acatan a la autoridad, dado que las
máximas por las que la acción social racional con arreglo a fines hace dirigir al autor serán las
que fortalezcan su mandato y dominación. Sin embargo, por otro lado, las expectativas frente a
eso valores se fortalece y en determinado momento la reflexión racional puede derivar en que
el acato del mandato no se lleve a cabo, dado que el fruncimiento de las instituciones puede
verse permeado por elementos que no son parte de los estatutos legales, sin embargo, es
menos frágil este tipo de dominación en comparación con los tipos ideales antes expuestos.
CONCLUSIONES
Lo que se realizó en el presente fue un acercamiento desde la metodología y tipos
ideales weberianos, por lo tanto, el principal avance en este arduo análisis es la delimitación y
relación de los tipos de dominación como producto de este primer esbozo a la autoridad de
López Obrador. De esa forma, más que establecer que el mandatario se enfoca en uno u otro
tipo de dominación, lo que se pretendió fue delimitar el grado de tradición, carisma,
instrumentalidad y legalidad que su relación de autoridad en relación con sus electores y
militantes.
Así, se puede concluir, en primer lugar, que la metodología de comprensión e
interpretación desde los tipos ideales weberianos puede ser útil al momento de generar análisis
enfocados en individuos como lo es el mandatario mexicano. Aun así, se puede ir más allá,
dado que en función de los tipos ideales pueden construirse metaconceptos que generen una
intermediación incluso mayor y más acorde con el objeto de estudio; en otras palabras, lo que
se realizó en el actual texto fue una interacción conceptual de los tipos ideales que fungieron
como vías de análisis a la autoridad de López Obrador, sin embargo aparecieron
metaconceptos como partidismo, discursos de la corrupción, milenarismo y clientelismo político
que pueden ser considerados y desarrollados posteriormente como metaconceptos con
fundamento weberiano.
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En segundo lugar, tomando como un primer acercamiento a la autoridad y dominación
de López Obrador, se puede hacer una revisión más profunda de documentos oficiales,
discursos en prensa, discursos para sus masas y, con ello, establecer explicaciones no solo
desde la dominación carismática, ya que en estos se puede contener el sentido mentado de su
dominación y acción social política. Lo presentado aquí deja un primer modelo descriptivo que
puede derivar en lo explicativo, es decir, la autoridad de López Obrador se basa,
jerárquicamente, en una dominación legal racional, por constelación de intereses, carismática y
tradicional en ese orden. Lo que queda para el análisis planteado a futuro es delimitar en
profundidad su función y la relación que tiene una con otra.
Finalmente, siendo la acción social una acción enfocada en terceros, es necesario
tomar en cuenta la otra parte de la dominación en los mandatos de AMLO, por tal motivo el
mismo esquema que se presentó al final puede resultar útil para la parte baja en la relación de
dominación. Se puede planear un acercamiento ya sea cuantitativo o cualitativo con electores y
militantes de MORENA, esto con el fin de comprender e interpretar la legitimidad que ostentan
frente a los mandatos de López Obrador, es decir ¿Obedecen por tradición, costumbre,
instrumentalidad o valores democráticos? Estos temas necesitan ser profundizados, aunque el
análisis inicial presentado es un punto de partida. Por ahora se puede decir que López Obrador
está en un contexto de maduración de valores democráticos y así como se ha legitimado él y
su partido, la reflexión y rendición de cuentas ciudadana pueden seguirlo haciendo o
definitivamente quitar ese apoyo a su dominación; para esto se necesita observar lo
anteriormente planteado como temas a futuro y esperar a los siguientes comicios federales.
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